viernes, 31 de agosto de 2007

¿en tu casa o en la mía?

Un inevitable problema a la hora de encontrarnos (o enrollarnos) con esa pareja que tanto nos gusta (y que tanto nos pone) es donde ir... una vez que pasados los preambulos, las sonrisas, las copas, las caricias, algún que otro beso, ... cuando notamos como todo nuestro cuerpo y hasta el ultimo poro de nuestra piel están a cien surge la duda,... situados en algun oscuro rincón, en alguna esquina, en el extremo de ese bar del que os están echando, o en medio de esa calle en que vuestros cuerpos son descubiertos entrelazándose... ¿que hacemos aquí?¿no somos mayorcitos para dar este espectaculo?¿no es ridiculo estar aquí de pie, cuando podríamos estar en la camita haciendo ahondando más en los detalles de este encuentro? En fin, que alguna solución hay que buscar,... y claro, entre ir a casa con un desconocido o ir a la mía, al final siempre acabo yendo a la mía...

pero claro, todo tiene sus inconvenientes, por que siempre, al entrar en casa hay que decir -perdona, es que tengo la casa un poco revuelta- mientras una se abalanza pasillo abajo camino de la alcoba a esconder esas braguitas poco dignas de ser encontradas sobre la cama, o mientras entre beso y beso da una una patadas, para que si ya estaban en el suelo queden bien escondidas, las braguitas, digo, bajo la cama. En fin, con todo eso se pierde glamour...

... aunque lo peor, es como le paso a una amiga mía, que lleguen los padres de misa, de viaje o de quien sabe donde y os encuentren allí a los dos,... entonces es cuando él debe demostrar realmente lo que vale, sabiendo callarse y contener las respiración, y deslizandose rapidamente junto con su ropa debajo de la cama. Una vez allí debe permanecer el tiempo que haga falta y las horas que sea, hasta que los padres estén comiendo o en la terraza, para en este momento y a la minima señal, salir corriendo escaleras abajo... ufff, que peligros!!!

Bueno, como imagino que habreis descubierto que esto me paso a mi y como veo que me estoy yendo de la lengua, aquí acabo.

Hasta luego, chicas... y cuidado con esos fines de semana en que vuestros padres aseguran no volver hasta la tarde del domingo.

Psique

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